jueves, 16 de septiembre de 2010

El Largo Letargo

  Buenas tardes, tras atravesar el agujero de aquel tunel agobiante, donde hubo una luz inmesa, fue cuando por una vez ,desde que estoy aqui, estuve vivo. Cada paso que daba en aquella felicidad, algo incomóda por cierto,  me hacía enfermar cada vez hasta el punto en el que me entraron nauceas y mareos, e incluso me desmayé.
  Al despertarme me ví en una habitación de hospital rodeado de médicos diciendo "Se está despertando, silencio". E inmediatamente me pusieron una mascarilla y me vendaron los ojos y oídos, hasta tal punto en que no podía ni hablar, ni escuchar, ni oír. Aunque la fiebre y el malestar del cuerpo persistían con intensidad.
  Con cada segundo que pasaba, sentía morirme un poco más. De nuevo el cansacio se apoderó de mi cuerpo como si todo lo sufrido antes, está ahora pasando la factura, el hambre pasada, las largas caminatas, las horas de sueño no debidas. Ahora entiendo por que prefiero estar muerto en vez de vivo.
  Fué tal la fiebre que me desmaye y entré en un pequeño letargo de unos días. Que tras pasar esos días me quitaron las vendas y mascarilla, y me hicieron tomarme un líquido verde de sensación muy espesa y sabía a "pizza", que raro ¿verdad?
  Y al pasar las dos horas esa sensación de sopor que me resulta ya familiar me invadió de nuevo. Y volví a morir, me sentí agusto que volvía a morir. Al despertarme me encontre donde estubo la fogata encendida pero ya solo quedaban los escombros de aquella maravilla, que pena. Me encontraba de nuevo en aquella oscuridad y de nuevo la familiar luz de siempre. Esta experiencia me ha dado fuerzas para orientarme y seguir con más fuerza hacía ella. Os mantendré informados desde la fogata apagada. Buenos días.

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